martes, 28 de diciembre de 2010

Harlow, psicólogo evolucionista

http://www.youtube.com/watch?v=HcTdx0OJjl4

Estudiándome el tema II de Psicología del Desarrollo encontré una pequeña anotación a lápiz que ponía
 "¡¡Lucía!!! Busca experimentos de Harlow ¡YA¡" Y sin embargo he tardado casi 2 meses en encontrarlos, no es que sea perezosa (¡ni en broma!) pero la verdad  es que no soy mucho de yutúf.

El apego materno es algo, cuanto menos, interesantísimo

Maria Victoria Muñoz Tinoco, Profesora de la Universidad de Sevilla (Dpto. Psicología Evolutiva o del Desarrollo)

lunes, 6 de diciembre de 2010

José Antonio Marina

http://www.universidaddepadres.es/

No tiene desperdicio ;)

Y como regalito de Navidad:

"El desarrollo infantil ... es un proceso que comienza en la biología y acaba en la moral, cosa que resulta,
 cuanto menos, sorprendente"

domingo, 5 de diciembre de 2010

El maestro

                                                                                   
Bonito poema,¿verdad?






Educar, tarea ardua, es lo mismo
que poner motor a una barca:
Medir, pesar, equilibrar y... todo en marcha...

Más tendrás que sembrar en tu alma
un poco de la aventura del marino,
del sentimiento del poeta,
de la dureza del pirata...
Sobre todo, bien pesados,
muchos kilos de paciencia concentrada.

Y soñar... Soñar que mientras trabajas
ciento de barcas y navíos con su vela desplegada
pondrán rumbos hacia otros puertos,
hacia otras islas lejanas
y llevarán sus cubiertas y bodegas
repletas de tu carga.
   Ser maestro, ardua tarea, es descansar
      con la mirada perdida en lontananza,
   viendo partir nuevos barcos
  con tu bandera alta, visible
   y bien enarbolada...

Gabriel Celaya

Black River

http://www.youtube.com/watch?v=BpwkTufIttw

sábado, 4 de diciembre de 2010

Gracias

Por todos aquéllos que cada día nos cuestionamos, porque queremos aprender y construirnos moralmente, porque nos gusta emplear nuestro tiempo libre en los demás, y más aún cuando le sacamos una gran sonrisa a niños de cuatro años que pasan el día en la cama, conectados a máquinas y que tienen por mejor amiga a la quimioterapia.
Sé que no a todos les gusta dedicar unas horas de su vida a los demás. Es muy reconfortante pasar una tarde con una mujer que, además de ser viuda y que sus hijos no le hablen, tiene alzheimer.O  llevarle un café con una magdalena a un "sin techo" que está todas las noches, llueva,haga frío,truene o nive, en la interperie con la única compañía de su perro y el único sonido del castañeo de sus propios dientes.
Yo me siento orgullosa de ser quien soy. De haber aprendido tanto con personitas de cuatro-cinco años que tienen un gran corazón y una pequeña estatura.

Lucía Hernández

El invierno

Esta mañana, al abrir la puerta, me encontré con el Sr. Invierno recién llegado a la ciudad. Buenos días, le dije. Buenos días tenga usted, él me respondió. Venía, como cada año, a invitarme a pasear y a charlar. El Sr. Invierno es alto y delgado. Afilado, casi puntiagudo y muy atildado. Es muy friolero por eso viste siempre, como mínimo, con quince abrigos, diez bufandas, cinco gorras, varios pares de guantes, ocho calcetines y sólo usa un par de botas porque si se pone más, anda como un pato. El Sr. Invierno es bastante taciturno, reservado, circunspecto... Vamos, que es muy callado. Y hay quien piensa que es seco, adusto y bastante agrio. Él se queja, es normal, de que nadie parece quererle, de que todos le vienen a protestar, que si hace mucho frío, que si no se puede ver el sol, que si las flores, que si las plantas, que cuando vuelve el calor... Y yo dejo que proteste porque no tiene con quien hablar. Y lo dejo que se queje porque no tiene con quien charlar. Y me cuenta que todo el mundo le pregunta por la primavera y todos suspiran por ella: -¡Ay, cuándo llegará!- y el pobre no lo comprende porque a él, el invierno, le parece, ella, la primavera, una cabeza a pájaros sin un gramo de seriedad. Y con el verano -se lamenta- ya es una locura: que si el sol, que si la playa, que si los helados, que si la alegría... ¡menuda chaladura! Y el pobre no lo comprende porque a él, el invierno, le parece él, el verano, un cabeza loca sin un gramo de formalidad. Hasta al otoño, su hermano más cercano, me cuenta, lo prefieren antes que a él. Porque dicen que es romántico, bufa desdeñoso, y nostálgico y... otras zarandajas. Y el pobre no lo comprende porque a él, el invierno, le parece que él, el otoño, un cabeza loca sin un gramo de gravedad. Y yo dejo que proteste porque no tiene con quien hablar. Y lo dejo que se queje porque no tiene con quien charlar. Y seguimos paseando mientras él se sigue lamentando sin parar. En el fondo, es su modo de disfrutar. Y poquito a poquito, pasito a pasito, a casa regresamos charlando sin parar. Llegamos a casa, sirvo un chocolate bien caliente y el Sr. Invierno, da un suspiro satisfecho y guarda silencio. No se quita ni abrigos, ni bufandas, ni guantes ni nada, es muy friolero. Sentado cerca del radiador me pide una manta y contempla con aire tristón la nieve que cae en el exterior. Es un poco huraño el Sr. Invierno, un tanto taciturno, algo melancólico, y bastante quejicoso, no lo no voy a negar pero en cuanto le conoces -créeme, es la verdad- es bastante agradable sentarse en silencio junto al fuego mientras, allá afuera, el frío, la lluvia, el viento, la nieve, la niebla y el hielo llegan tras él. Cuando la cae la noche el Sr. Invierno se despide porque su trabajo debe continuar. Buenas tardes, le digo, vuelva para Navidad. Buenas tardes, me responde, aquí estaré sin faltar. Y, mientras cierro la puerta, y le veo marchar pienso en que me gusta el Invierno, no lo puedo evitar. Fin


Cuentos infantiles para disfrutar con los niños en la escuela.
 Grado en Educación Primaria.