sábado, 4 de diciembre de 2010

Gracias

Por todos aquéllos que cada día nos cuestionamos, porque queremos aprender y construirnos moralmente, porque nos gusta emplear nuestro tiempo libre en los demás, y más aún cuando le sacamos una gran sonrisa a niños de cuatro años que pasan el día en la cama, conectados a máquinas y que tienen por mejor amiga a la quimioterapia.
Sé que no a todos les gusta dedicar unas horas de su vida a los demás. Es muy reconfortante pasar una tarde con una mujer que, además de ser viuda y que sus hijos no le hablen, tiene alzheimer.O  llevarle un café con una magdalena a un "sin techo" que está todas las noches, llueva,haga frío,truene o nive, en la interperie con la única compañía de su perro y el único sonido del castañeo de sus propios dientes.
Yo me siento orgullosa de ser quien soy. De haber aprendido tanto con personitas de cuatro-cinco años que tienen un gran corazón y una pequeña estatura.

Lucía Hernández

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