sábado, 30 de junio de 2012

Elena y Miguel



Permitidme que me presente, me llamo Elena y tengo treinta y ocho años. Bebo y fumo a diario, no concibo las noches sin una buena botella de whiskey y dos paquetes de cigarros. No suelo levantarme temprano, ni siquiera para despertar a mi hijo aunque hay veces que no está en casa, prefiere quedarse con sus abuelos paternos; aún no sé cómo sigo teniendo su destino en mis manos, quizá esté mejor viviendo en otra realidad, más placentera. Miguel Ángel tiene nueve años, creo que ha crecido demasiado rápido, ha vencido muchos obstáculos a pesar de su corta edad. Le admiro ¡Tiene tanta valentía! Nunca me reprocha ni me echa nada en cara, pero no tiene expresividad en los ojos. Espero que algún día me perdone.
Vivo, a duras penas, con la pensión de viudez que me da el estado. El frigorífico siempre está vacío, no tengo horarios de comidas o cenas establecidos; como lo primero que veo a cualquier hora del día.
Hace mucho tiempo que no voy a la peluquería, mi cabello está bicolor, a veces Miguel Ángel me dice que aun sin peinar o sin arreglar, estoy guapa. Sé que me quiere.
Muchas noches pienso en el devenir de las cosas y cómo he llegado a ser lo que soy. Escuchad mi historia.

Nací el 15 de Junio de 1975 en un pueblecito de Córdoba. Mi infancia tuvo un toque amargo aunque mi juventud fue de lo más placentera. Me encantaba la literatura y el arte así que aprovechaba cuando mi padre tenía que ir a la ciudad a hacer algún recado, le acompañaba y después íbamos a la librería que estaba al lado de la Mezquita. Me compraba una decena de libros para poder leerlos durante el alentador verano que se extendía ante mí.
Nunca íbamos de vacaciones, papá trabajaba muy duro en el campo y mamá tenía una enfermedad extraña. Esa enfermedad que tras cuatro años de lucha, me la arrebató como si nada, yo tenía doce años. Desde aquél momento crecí muy rápido, siempre fui bastante más madura que el resto de mis amigas del pueblo.
A los dieciocho años, me matriculé en la facultad de Historia. Corría el año 1993 y entre todos mis nuevos amigos, estaba él. Fueron los  mejores años de mi vida.
Los primeros dos años de facultad, compartí piso con tres compañeras con las que, a decir verdad,  me llevaba muy bien. Trabajaba en el bar de la esquina como camarera a la vez que estudiaba, no era un trabajo fabuloso pero lo que cobraba me llegaba para cubrir mis caprichos y pagar a medias el piso con mi padre. Los dos últimos años de carrera decidí irme a vivir con Miguel, así se llamaba él; alquilamos un ático en la Avenida Medina Azahara, cerca de la Universidad donde estudiábamos.  Yo seguía con mi trabajo de camarera, al que ya le había cogido cierto cariño, sin embargo Miguel, trabajaba en la universidad como becario en trabajos de investigación. No nos sobraba el dinero pero podíamos vivir, sólo teníamos veintiún años, no necesitábamos demasiado; nos bastaba con tenernos el uno al otro.
A veces me encantaría poder vivir de nuevo el pasado y volver a notarlo cerquita mía. Coger sus manos y apretarlas o cantarle bajito al oído The Ghost of Tom Joad de Bruce Springsteen. Me decía que le gustaba mi voz porque era muy suave como aterciopelada.
Recuerdo muy bien cuando a las tres o a las cuatro de la mañana, Miguel me despertaba dándome besos, a veces me cabreaba pero esas dosis de locura que le entraban me encantaban. Nos vestíamos muy deprisa, normalmente él bajaba a arrancar el coche mientras yo terminaba de preparar el bolso; teníamos un Seat Ibiza de segunda mano, le costaba arrancar pero creo que fue el mejor coche que tuvimos.  Íbamos a Cerro Muriano a ver las estrellas, Miguel sabía que me encantaban esas sorpresas que me preparaba. Esperábamos juntos ver amanecer mientras hablábamos o simplemente nos besábamos.  Me perdía en su mirada.
Parece mentira no tenerlo aquí, conmigo, recuerdo también la época de exámenes. Éramos dos polos opuestos. Yo iba siempre con el manual a cualquier sitio, repasando continuamente el temario; a él le gustaba que yo se lo explicara, normalmente me escuchaba una y otra vez, ni siquiera abría el libro. Le bastaba con mis explicaciones. Miguel siempre fue muy listo e inquieto prefería leer una novela que tratase el tema del que teníamos que examinarnos a estudiar el manual de la asignatura. Era muy educado y normalmente, los profesores de la facultad le tenían mucha estima.
Durante los exámenes nos mirábamos cómplices, él me decía te quiero en un susurro y siempre me esperaba sentado en el pasillo a que terminara. Después, íbamos a cualquier parque para relajarnos y amarnos un ratito.
Pasaron los años y nos graduamos. Seguíamos viviendo en la misma casa, teniendo el mismo coche y trabajando en lo mismo. Yo creía tener el mejor momento de mi vida y sabía que mi madre, donde estuviese, se alegraba muchísimo de que su hija fuera tan feliz. Estuvimos viviendo juntos en aquel pisito modesto durante más de seis años, hasta que Miguel comenzó a trabajar en la Universidad como profesor de Historia Contemporánea, le apasionaba su trabajo.  Yo decidí dejar de trabajar como camarera ya que con un solo sueldo podíamos vivir holgadamente.
Me quedé embarazada y ambos lo vivimos intensamente. Fueron nueve meses de mimos  constantes para que a mí y a la pequeña criatura que llegaba al mundo, no nos faltara de nada. Por las noches nos leía poemas que escribía en sus momentos de tranquilidad y otras veces leía a Pound.
El día que nuestro hijo nació, Miguel me dijo que el nombre era decisión mía; siempre decía que las mujeres sois detallistas, intuitivas y cariñosas mientras que los hombres somos más impulsivos, locos y banales. Por eso, querida mía, elige tú el nombre de nuestro pequeño. Yo no quiero influirte, decidiré y amaré tu decisión tanto como a ti.
Era un poeta ¿verdad? Decidí  ponerle Miguel, por su padre, y Ángel porque sería el querubín más guapo y noble de todos.
Miguel se deshacía con su hijo, le encantaba leerle cuentos por las noches, jugar o hacer los deberes con él. Me hipnotizaba tener esa estampa tan bonita de familia unida, sin embargo, cuando Miguel Ángel tenía cinco años, a Miguel le diagnosticaron Cáncer de colón. Tras dos años de eterna lucha, varias operaciones y mucho sufrimiento, nos abandonó para siempre.
Durante mucho tiempo he creído no tener suerte en la vida. Primero mi madre me dejó cuando más falta me hacía; crecí sin ella, sin el apoyo maternal que tanta falta hace ¿Y después? Después, me arrancaron la mitad de mi ser, mi complemento, mi vida entera.  No sé qué pensaría Miguel si me viera, seguramente no reconocería a la mujer que tanto amó. ¿Y su hijo? Miguel Ángel es demasiado bueno y también está demasiado solo.
Se acabó. No voy a ahogarme más en mis penas, en mis llantos o en mi maldita suerte; a partir de ahora, utilizaré mis recuerdos para tener un presente y construir mi futuro. Aún me queda mucha vida por delante  (…)




Así comienza pero aún no sé cómo terminará. Elena merece ser feliz.




domingo, 24 de junio de 2012

San Juan

En esta noche,
Siéntete libre.

Deshazte de los malos recuerdos,
quémalos y quédate con los buenos.

Escucha el crepitar de la hoguera
mientras dejas la mente en blanco,
que esto sólo ocurre una vez al año.

Cree en la magia,
en la vida,
en el presente, en el AHORA.

Déjate embriagar con la música
y disfruta de la hoguera (interna).
Haz de tus noches,
noches eternas de San Juan.




A través del lenguaje de la fotografía se expresan los sentimientos.
La fotografía no sólo capta una cara bonita o un cuerpo esbelto,
lo apasionante es la esencia, en definitiva, transmitir algo.

Una pequeña muestra de las capturas que hago, se encuentran aquí: Flickr Lucía 


Algunas fotografías que publico en esa bitácora, están acompañadas por una miscelánea de pensamientos. Otras tantas las dejo guardadas en el olvido, o mejor dicho, en las polvorientas carpetas del ordenador. Adelante, querido lector, estás completamente invitado a conocerme un poquito más, espero que disfrutes tanto como yo.

martes, 19 de junio de 2012

La humanidad se deshumaniza

Ayer salí a pasear por el centro de Sevilla con unas amigas. Todo el mundo llevaba camisetas en apoyo a la selección española, bebían cerveza y vino en las calles, gritaban y enloquecían cuando sonaba el himno español y comenzaba el partido. Los bares estaban a reventar mientras los niños, inmersos en la realidad, jugaban a ser futbolitas y las niñas a ser periodistas. Me dio pavor la situación, creí estar viviendo otra época, la de los toros y Franco.
Lo comenté con mis amigas para ver qué pensaban ellas, dos de ellas se encogieron de hombros, otra compartía mi descontento. Seguimos paseando, sin rumbo fijo, no sabíamos dónde íbamos a acabar pero daba igual.
De vuelta a casa, vi muchos cartelitos pegados en las paredes de los bloques de mi barrio. No llamaban demasiado la atención por lo que mucha gente ni los habrá leído. Me acerqué, inquieta y cotilla para ver de cerca qué ponía. La situación era de lo más actual: un desahucio ¿Cuántas veces hemos visto en la tele  familias que se van a la calle por no poder pagar? Muchísimas, sin embargo, noté una rabia interna que me aceleró el flujo sanguíneo.
Subí corriendo a casa para comentárselo a mis padres ya que ellos conocen bien a la familia afectada. Le pregunté primero a mi padre y él me comentó que se intentaría hacer algo. Imaginad mi cara, yo le respondí que intentar hacer algo era como no intentarlo ya que si no crees con convicción lo que haces, es mejor que no lo hagas pues habrás perdido tiempo. En ese momento mi madre intervino con una sola palabra cargada de resignación: Ya. Ese "ya" chirrió en mi mente durante toda la noche.
Hoy me he levantado más tranquila aunque sigo pensando que la mayoría de vecinos de mi barriada verán el fútbol, tranquilos sin pensar en nada, intentarán luchar después del partido por esta familia ¿Y después? Después volverán a ver otro partido de la selección como si nada hubiera ocurrido.
Me siento un poco impotente ante la noticia y no sé qué hacer ¿Intento apoyar o no apoyo directamente? Total, la historia se volverá a repetir millones de veces más pero siempre nos quedará una frase: Lo hemos intentado todo, pero no ha sido posible.


ASCO

Dejo aquí la noticia:  Deshaucio de una familia de la barriada San Diego



sábado, 16 de junio de 2012

Mientras fumo

Con una calada, recuerdo tu nombre.
En una hora, la eternidad se agota.
Con una copa de vino ahogo la vida.

Un guiño de la luna 
ilumina mi alma.
Que no, que no, que ya no eres nada.
Polvo en un camino olvidado,
huellas en la arena de la playa
que ha borrado el agua.
Sol naciente en mi pecho,
mariposas en el estómago.
Siento
Vivo
Muero (de amor).



miércoles, 13 de junio de 2012

Charlas al amor de la lumbre

No logro entenderlo y creo que no lo llegaré a entender nunca. A veces somos demasiados racionales, lo analizamos y tratamos de entenderlo todo, sin que se nos escape nada. Normalmente, nos empeñamos en cogerle el dobladillo al pantalón para que no nos quede largo ya que sería incómodo andar con él, pero ¿Y si lo dejamos sin dobladillo? Da igual que lo pisoteemos o que lo terminemos rompiendo ya que siempre te puedes comprar otro pantalón nuevo, ¿no? Aquí entra la teoría del consumismo power.
¿Tú hablas de la razón? ¡Já! ¡Qué paradoja! ¿Paradoja? ¿Acaso no soy más racional que sentimental, querido amigo, Subconsciente? ¿Racional tú, querida amiga? jajajaja ¡No me hagas reír, por favor! Siempre te has movido por sentimientos, o según tú misma dices, "pulsiones propias de la edad". No sé a quién pretendes engañar, pero si ahora te la vas a dar de listilla racionalista, a mí no me la das.
¡No pretendo dármela de "listilla racionalista"! ¡Ni mucho menos! Sólo sé que ... ¡Niña, niña! No sigas por ahí, deja de saber y sienteque no te de miedo sentir. Piensa también, claro, pero piensa cómo sentir y cómo canalizar lo que sientes en cada momento. Déjate de teorías  racionalistas y crea tú misma las tuyas, sin la presión de nadie. ¡Ah! Antes de que se me olvide, te diré que dejes de compararte de una vez por todas, normal que caigas agotada todas las noches. ¿Me permites darte unos consejos, linda? ¡Claro que quiero que me des consejos! No entiendo por qué me preguntas a estas alturas; siempre dices lo que quieres, así que no me lo tomaré nunca a mal. Por favor, dí lo que tengas que decirme, sé sincero...   A ver pequeña, en primer lugar te diré que te valores más y no intentes auto engañarte creyendo que te comprendes, porque no, no te comprendes, y hasta que no lo admitas no te comprenderás. En segundo lugar, te diré que tienes más potencial del que crees tener, normalmente no confías en lo que haces y siempre me preguntas si está bien o mal ¡Me aburres! ¿me oyes? ¡M E   A B U R R E S!  Ten más confianza en ti misma, por favor; yo te puedo orientar pero no te puedo contestar a cada instante si lo que estás diciendo o haciendo es lo correcto. Uno tiene sus quehaceres ¿sabes? A mi también me gusta descansar. De hecho, hace tiempo que no veo el fútbol o más aún, que no voy a hacer la compra al Mercadona.
En tercer , y último lugar, permíteme que te falte un poco al respeto, pero eres demasiado insegura y tontorrona, aunque eso sí, tu madurez me abruma. Sabes enfrentar las cosas con el valor y la nobleza necesarias, aunque deberías dejar a los demás un poco  de tu exceso de empatía, quédate con la justa.¡A veces me desesperas porque eres el pañuelo perfecto para limpiar lágrimas ajenas! ¿Qué pasa con las tuyas, eh?  ¿Te las limpias tú sola?  ...
No sé que decir; cuánta razón llevas, querido amigo Subconsciente. Me has tocado algunos aspectos muy frágiles y sensibles. Has hablado con claridad y sin rodeos que a veces lo echo de menos; mañana será un nuevo día, sentiré y pensaré de manera recíproca, de la misma forma, intentaré ser y no ser para comprenderme, ya que si me quedo siempre en una o en otra, cometo errores. A l t e r n a r 
 pensamientos y sentimientos creo que sería lo mejor. Sí, estoy de acuerdo.
Bien querida niña, ahora acuéstate  que se hace tarde y mañana te queda un duro día de estudio; sólo te diré que eres grande por ser así, tal como eres. No cambies nada, ni tu sonrisa, ni tus gestos repentinos y efusivos que a tantas personas dejan impresionadas. Todo es tuyo, es un conjunto y te pertenece por completo, es lo que te hace ser Lucía. Me encanta verte crecer. 

lunes, 11 de junio de 2012

M u j e r


Cada noche estás en las esquinas,
buscando un cuerpo que se torna frío.
El contacto humano se vuelve automático y repetitivo.
Ni siquiera sientes cuando te atropellan y
 elevan al clímax más intencionado.

Consiéntelos, cómetelos, fóllatelos si te lo piden.

Eres una vida anónima,
engañada y confusa por tu suerte de carretera,
roída por los orgasmos rápidos.

Eres mujer, siéntelo.
Eres y serás todo lo que quieras ser.

Una profesión más,
una noche más,
un hombre más.

(...)



La escribí hace tiempo. Es bastante más larga pero dejo este fragmento que nunca me canso de leer y releer. 



jueves, 7 de junio de 2012

Cena con diamantes

Siempre he sido una muchacha un poquito independiente. Me ha gustado tener mi ratito para pensar, para pasear o incluso para no hacer nada, de ahí que algunos amigos me digan que soy muy bohemia.
Llevo dos días sola en casa y qué sensación. Esta mañana me he levantado muy temprano ya que no podía volver a conciliar el sueño, me he tomado un cortado mientras escuchaba a los pájaros cantar y revolotear en el amanecer. Me he quedado un rato oteando el horizonte que divisaba desde el balcón ¿Cuántas veces habré visto ese paisaje? Muchísimas, imagino, pero hoy ha sido diferente;estaba en la más profunda tranquilidad.
La mañana se esfumó rápido y llegó una suculenta tarde estudiando la preciosa y magna asignatura Metodología de la Investigación Educativa y Atención a la Diversidad. ¿A qué suena bien? ¡Qué ironía más grande! Pues no, no suena tan bien cuando tienes dos manuales delante tuya.
Asqueada y harta decidí sobre las siete ir a correr al parque como cada tarde y después darme un baño relajante. He disfrutado como una cría mientras jugueteaba con el agua de la bañera que cubría todo mi cuerpo y después, mientras enjabonaba mi cabello. Tenía como compañía el disco de los mejores éxitos de la legendaria Edith Piaff  ¿Qué más se puede pedir?
Me he puesto el pijama, he decidido cenar algo ligero y poner una película en recompensa por haber aprovechado este día de estudio al máximo; así que me dirigí a mi rinconcito de películas y decidí poner Desayuno con diamantes por décima vez. Me sé todos los diálogos y gestos de la película, de hecho, es mi favorita. Siempre que acabo de verla pienso lo mismo: "me encantaría ser como Audrey", pero me ha tocado ser como Lucía, aunque tampoco me puedo quejar.
Ahora estoy aquí, sobre la cama, con la ventana abierta para que entre una pizca de aire y sin más luz que la  de la luna que hoy está redonda.
Después, cerraré el ordenador e intentaré caer rápido en brazos de Morfeo. Espero que la aventura que me tenga reservada valga la pena.
Hoy me siento bien, sin más compañía que la mía. Mañana quizá vuelva a echar de menos la compañía de otra persona.
Buenas noches, descansad.