lunes, 19 de marzo de 2012

Happilidad a flor de piel

Dentro de tres días vuelo a Italia. No me había puesto nerviosa antes pero ya sí lo estoy- y creo que mucho-. Ayer quedamos por la tarde todos juntos para que nos conociéramos los que no nos conocíamos y los que nos conocíamos pudiéramos hablar más del proyecto. Empezamos tomándonos "algo" y después terminamos cenando. Fue una agradable velada que terminó a las tantas.
Será, sin ninguna duda, una experiencia maravillosa cargada de sentimientos- me han dicho que al final acabaremos todos llorando y con lo sentimental que soy ... ¡¡¡Seré la primera en sacar el pañuelo, limpiarme los lagrimones y sonarme los mocos!!!-.

Todavía quedan por delante tres pesados días de comprar las últimas cosas- al final fijo que se me olvida algo ... con lo despistá que soy-, preparar la maleta y ultimar algunas cositas del proyecto. Creo que me van a venir de escándalo estos diez días en contacto con la naturaleza, con otras culturas, con otras personas que tienen perspectivas e ideales diferentes... Espero que cuando vuelva haya crecido un poquito más, y no me refiero a la estatura- ahí no tengo mucho que hacer :P- sino como persona.

Alea iacta est 

sábado, 17 de marzo de 2012

A mi padre le he escrito, de mi puño y letra, esta carta. Le ha gustado mucho así que he pensado compartirla en este rinconcito tan versátil que tengo en internet.




Querido papá,

Te escribo esta carta para darte todo el ánimo del mundo en estos momentos.
Sé que es duro pero podremos salir adelante. Llevas trabajando desde que tenías veinte años, así que te mereces un descanso aunque sea un poco forzado. No sabes cuánto sufro si veo esa cara de preocupación constantemente. No te lo mereces. Creo que necesitas tranquilidad en tu vida. Hacer lo que siempre has querido y el trabajo no te lo ha permitido.  ¿Sabes qué pienso? Que las cosas ocurren por algo y si te ha sucedido esto es porque necesitas un receso, ya sabes, reencontrarte contigo mismo.
Hoy, mientras caminaba para ir a la facultad, he encontrado muchas ventajas en  tu nueva situación de desempleado (ya sabes que no me gusta utilizar la palabra parado).
Verás, en primer lugar,  creo que es muy importante que … ¡¡¡YA NO TE VAS A TENER QUE LEVANTAR TAN TEMPRANO!!! Llevas cuarenta años levantándote a las seis de la mañana para que a mi hermana y a mí no nos falte nada.
En segundo lugar, vas a poder  pasear a Cásper, tranquilamente, como a ti te gusta. Piensa por un instante que vas a pasarlo en grande con tu fiel compañero.
En tercer lugar, podrás mimar más a mamá que también se lo merece. Hace tanto tiempo que no la sorprendes… ¿Quizá una obra de teatro en el Lope de Vega o un paseíto romántico por el barrio Santa Cruz?
Recuerdo cuando íbamos los cuatro de paseo al Parque Mª Luisa y tú nos sacabas fotos. Deberíamos repetirlo.
En cuarto lugar, podrás leer toda esa lista de libros que te recomendé y  después los comentaremos juntos.
En quinto lugar, te diré que te convertirás en un “cocinitas” ¡Con lo que a ti te gusta ir a comprar al supermercado! Sé que mamá te lo agradecerá.
En sexto lugar,  tendrás tiempo para llevarme a la facultad de vez en cuando por lo que podremos retomar esas charlas que teníamos (porque si te digo la verdad, las echo de menos).
En séptimo lugar, podrás ver todas esas películas que tanto te gustan. ¿Cuál era tu preferida? Seguro que cualquiera de Romanos … ¿Quo Vadis?, ¿Espartaco? …
En último lugar, te diré que eres el mejor padre del mundo. Tienes tu carácter, ya sabes, un poco serio y seco pero eso te hace ser diferente y es por eso que te mereces lo mejor porque tú me lo has dado todo. Siempre me has aconsejado y apoyado en mis decisiones y , además, nunca te han faltado unas palabras cargadas de cariño. ¿Qué más puedo decirte? ¡Ah, sí!  ...
TE QUIERO, papá.


Lucía


miércoles, 14 de marzo de 2012

A veces una imagen vale más que mil palabras

 



Hoy no he ido a la facultad. Podría decir que la desidia se ha apoderado de mí pero entonces me mentiría. No he ido porque no me apetecía comprar el mismo café cortado sin azúcar a las diez de la mañana y no me apetecía tomar notas a la velocidad de la luz.
Estoy cansada. Creo que lo podría interpretar así, cansancio. 
Ayer tuve una pequeña discusión familiar, sobre todo con mi madre que tiene mucho carácter, cuando le planteé que a pesar de mis sobresalientes notas, creía que en cuanto a conocimientos verdaderos que me servirían en un futuro tenía un catastrófico aprobado condicional.
Ella me escucha tranquila mientras yo le digo todo lo que pienso, a veces me dice que mi voz la tranquiliza incluso cuando discutimos, pero ayer fue diferente. Me observaba con lástima y resignación. Encontraba en sus ojos todos los sentimientos que yo expresaba a través de las palabras. Me vi reflejada en ella. En lo que pudo haber sido y no fue, en la alegría que ella  siempre quiso que le diera.
Cuando era pequeña y me perguntaban -"Lucía, ¿de mayor qué quieres ser?"- decía -" Quiero ser primero mamá, después maestra y por último, cajera del supermercado" (creo que de siempre me ha encantado el trato con las personas jajajaja).
A los quince años, el mundo  de la psicología me influyó en mi día a día. Comencé a preguntarme los por qué de las cosas, a ver el mundo con una perspectiva diferente, a encontrarme a mí misma, empecé también a empatizar cada vez más con las personas y aprendí a escuchar (siempre me ha encantado esa frase de "Tenemos dos orejas y una boca para escuchar el doble de lo que hablamos". Desde entonces, lo convertí en mi lema de vida).  
Me imaginaba como una influyente psicóloga en terapias infantiles ya que me encantaban- y me encantan- los niños. 
Me duró años esa decisión, hasta que un día me apunté a un voluntariado y fui a un famoso hospital de la urbe Sevillana  para amenizarles la jornada a niños enfermos de cáncer. Todo cambió, se me desmoronaron los planes y se me desbordó la vida. 
Ahí supe que quería ser maestra en ambientes tan difíciles como el aula-taller de un hospital o un aula de educación especial.
Me encantan los retos y entonces me propuse que sería capaz de sacarme la carrera e intentaría ejercerla. 
Todo llegó con un abrazo, un truco de magia y una promesa que quiero terminar de cumplir … pero a veces, me superan los obstáculos que encuentro en el camino.
 No obstante, creo que mientras he escrito estas palabras se ha apoderado de mi la nostalgia de coger notas a la velocidad de la luz o comprar el mismo café cortado sin azúcar a las diez de la mañana.
Tengo una corazonada de que todo saldrá bien y las aguas que ahora están revueltas, volverán a su cauce.

jueves, 8 de marzo de 2012

Stand by




¡No intentes controlarme! Por favor, no me vuelvas a  decir lo que está bien o mal. No quiero escucharte; han sido muchos años pensando en los demás a cada instante, intentando que nunca les faltara una sonrisa o unas palabras pero ya no queda nada. No tengo más palabras de apoyo ni más sonrisas que daros. Toda mi persona se ha vuelto putrefacta, sólo soy carroña para los buitres. Necesito …     ¿Qué demonios necesito?

Creo que te debes un receso. Necesitas gritar, hablar, cantar, reír, bailar, correr, saltar y fumar  únicamente cuando TÚ quieras. No me defraudes, confío en que vuelvas a empatizar y a amar a los demás. ¡¿A quién quieres engañar?! Por más que lo intentes no puedes cerrar tu mente y callarme para siempre. Si lo haces sé que me echarás de menos en algunas ocasiones. Siempre he estado ahí aconsejándote qué tenías que hacer. He sabido darte las palabras apropiadas para el momento adecuado. No tires la toalla, hacen falta personas como tú.

Es verdad, ¿A quién intento engañar? Sé que es imposible echar la llave e irme de “vacaciones mentales” pero a veces no lo aguanto, siento que tengo demasiado peso en mi espalda y entonces, me caigo y no puedo levantarme porque nadie me dedica una sonrisa o unas palabras cargadas de ánimo. 

martes, 6 de marzo de 2012

Él, ella, ellos, ellas ...





Esperan de pie o sentados
que le compres algo.

Te dicen palabras difícilmente pronunciadas
Y tú ni les miras
Pasas de largo porque tienes mucha prisa.

Ellos siempre tienen una sonrisa
Tú, en cambio, una bordería.

A veces te cantan, otras te piropean
pero
No sirve de nada
No venden nada
No ganan nada
Lo perdemos todo.


(…)


Son hombres y mujeres llenos de valor,
Héroes de la fuerza y la constancia.

lunes, 5 de marzo de 2012





Cogerte entre mis manos
y sumergirme de lleno en la lectura
es, sin ninguna duda, el placer de la lectura.


(...)


Últimamente soy una “ratoncilla” de biblioteca, me conozco desde el primero hasta el último libro que hay en la polvorienta librería del salón, por no hablar de los que se amontonan en mi mesilla de noche. Comienzo uno y lo devoro pero como me quedo con ganas de más, empiezo otro.

Normalmente leo cuando toda mi familia duerme. Enciendo la lamparita de mi cabecera, me acomodo en el cojín y disfruto de una agradable velada que se puede extender hasta altas horas de la noche. Creo que experimento la misma sensación que un catador de vino cuando el vino roza sus labios y paladea su intenso sabor. ¡Qué pena que no haya un trabajo en el que te paguen por “degustar” libros!

Este mediodía me ha pasado algo increíble. Tras una agotadora jornada en la facultad me dispuse a coger el autobús; como rutina, saludé al conductor y piqué con el bonobús. Me senté en el primer asiento que encontré libre, ni siquiera miré a la persona que estaba sentada en el otro asiento para decirle hola y dedicarle una sonrisa. Iba deseosa de retomar la novela que había dejado en pausa y necesitaba reanudar. Como es lógico, me he pasado de parada pero creo que las cosas ocurren por algo, ¿destino? Quizá.

Cerré el libro rápidamente y me apresuré a levantarme del asiento para ir a la salida, albergaba la esperanza de que me viera el conductor, parase y yo pudiese bajarme. Pero no fue así. Decidí volver a sentarme, y con tranquilidad, coloqué el separa páginas entre la página doscientas cincuenta y seis y la página doscientas cincuenta y siete, cerré el libro y  lo guardé en la mochila; justo en ese momento en el que la cremallera de mi maleta se había quedado estancada y no iba ni hacia arriba ni hacia abajo, un hombre-de unos cincuenta y pico de años- me habló y me recalcó el buen gusto que había tenido a la hora de escoger esa novela. Me quedé pasmada porque el hombre me había dirigido la palabra cuando yo ni siquiera le había saludado, me retorcí de rabia porque yo siempre saludaba y a veces la persona que tenía al lado ni me contestaba y hoy había sido al revés.

Daba la casualidad que él se bajaba una parada después de la mía- de no habérmela pasado, él no me hubiera recalcado mi buen gusto para escoger novelas - y fuimos charlando un rato. Le expliqué qué estaba estudiando, él me comentó lo que había estudiado. También nos dio tiempo de intercambiar filosofías de vida- aunque la suya era mucho más coherente, imagino que por la edad-. Me dio tantísima pena cuando me tuve que despedir de él que le dije con entusiasmo que ojalá volviéramos a coincidir en el autobús, en la calle o en el súper del barrio.  Él tomó su camino y yo tomé el mío pero de alguna forma creo que esos minutos que duró nuestra conversación me han hecho replantearme las cosas de otra forma.

No sé cómo te llamas ni tampoco dónde vives exactamente solo sé que nos volveremos a encontrar y seguiremos charlando con tanta tranquilidad como lo hemos hecho hoy.

domingo, 4 de marzo de 2012




La luna se ocultaba entre las nubes por lo que a veces veía mi habitación perfectamente iluminada y otras, la veía en la más profunda penumbra. La puerta estaba entornada y la ventana abierta. Se escuchaba una suave melodía integrada por el canto de los grillos y el susurro del viento al mecer las hojas de los árboles.

Cada vez iba adentrándome más y más en mi placentero sueño hasta que por fin, caí en brazos de Morfeo. El viaje, desgraciadamente, no duró todo lo que a mí me hubiera gustado ya que escuché un estruendo tan  grande que hubiera podido despertar a toda la humanidad.  Al desvelarme decidí levantarme y beber un poco de agua para calmar la sed y el calor que tenía mi cuerpo. Sin pensarlo dos veces vertí  parte del agua sobre mi cabello.

El insomnio  se apoderó de mí y entonces supe que no sería tan fácil volver a conciliar el sueño. Decidí salir a la calle para observar a la dama que cada noche se alza gloriosa en el cielo, era preciosa, creo que nunca vi una luna parecida a esa. Estaba redonda, completa y brillaba más que de costumbre. Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo así que decidí  ir a coger una sudadera;  intenté no demorarme demasiado para contemplarla de nuevo pero cuando llegué, la luna se había desintegrado. Ya no estaba.

Salí corriendo en dirección a la plaza del pueblo para subir a la torre de la iglesia y poder buscarla pero mi propósito no dio resultado. Me ahogué en la pena y lloré, pensaba que no era posible que esa luz hubiera desaparecido y no me hubiera podido despedir de ella.

En mi cabeza sonaba Claro de luna pero esta vez era un réquiem.