No podía
aguantar más el fuerte dolor de cabeza y además notaba mi flujo sanguíneo muy acelerado.
Seguía teniendo el sabor de la sangre caliente en mi boca y la hinchazón en la
pierna había adquirido un tono amarillento y morado que daba escalofríos sólo
con mirarla. Tenía presente a cada segundo que aquél depravado me mataría tarde
o temprano, tenía que mentalizarme. Mis ojos se vieron desbordados por dos
terribles inundaciones de lágrimas que no me permitían ver nada, me desgarraba
estar en aquella situación tan indefensa. Intentaba descifrar por sus gestos y
miradas qué intentaba hacer conmigo pero por más que lo estudiaba, menos cosas
en claro sacaba.
En ese momento, agarró la vela con paciencia mientras volcaba
la cera hirviendo en su brazo, donde anteriormente yo le había herido. No
chilló, tan sólo frunció el ceño y pronunció algunas palabras que fueron
ininteligibles. Después, se arrancó un trozo de tela del jersey y la fue
colocando alrededor de la herida varias veces a modo de venda. Lloré en silencio
mientras contemplaba cómo aquél hombre seguía calentando la hoja del cuchillo
lenta y maliciosamente. Se dirigió hacia
mí con paso decidido y con el cuchillo en la mano; a cada paso que daba, yo
intentaba echarme hacia atrás, pero topé
con la pared así que comencé a gritar y a golpearla. Tenía la esperanza de que
María me escuchara y llamara a la policía.
Justo cuando estaba delante de mí, y
notaba su respiración, me empujó contra el suelo quedando bocabajo. Rajó mi
chaleco de lana hasta la mitad, dejando media espalda descubierta. Notaba en
ella, el frío y la presión de su pierna, no podía moverme. No entendía nada, mi
pómulo derecho recibía el frío del suelo que, en parte, aliviaba el dolor y la
hinchazón del puñetazo y, por otro lado, provocaba un sufrimiento agudo. Acto
seguido, sujetó con su brazo derecho mi cabeza, asegurándose de que quedaba
totalmente inmóvil y después colocó aquel hirviente cuchillo en la parte baja
de mi espalda, sin consideración y con perversidad. Noté cómo, debajo de la
hoja, burbujeaba la carne. Fue, sin duda, el dolor más intenso que pude haber
sentido nunca. Creo que aquella quemadura fue peor que si me hubiese prendido
fuego a lo bonzo ya que el burbujeo habría sido constante y repartido, pero notar sólo una quemadura en una zona de tu
cuerpo fue, mentalmente, horrible. Cuando despegó el cuchillo, no podía
moverme, casi me había quedado paralizada. Me levantó del suelo y aproveché ese
momento para propiciarle un buen rodillazo en sus genitales, gritó todo lo que
no chilló al echarse la cera hirviente en la herida abierta. Arrastrando la
pierna fracturada, me apresuré para llegar a la entrada. Él seguía de rodillas,
intentando incorporarse lentamente.
Justo antes de poder girar el picaporte de la
puerta de la entrada, me agarró por el chaleco que estaba medio roto y me
volvió a tirar al suelo. Era una pesadilla que no se iba a acabar nunca, quizá
lo mejor sería que dejara que me hiciese todo lo que tenía planeado, me
ahorraría el sufrimiento. Empezó a desabrocharme los vaqueros ¡No me lo podía
creer! Iba a violarme, no podía dejar que metiera su sucio miembro en mi
cuerpo. Le rogué y le supliqué por favor que parase, sabía que era inútil; me
tapó la boca, alguien estaba llamándome desde el otro lado de la puerta.
-¿Hola?
¿niña, estás ahí? He escuchado ruidos. Nada, que no contesta. Voy a tener que
coger las llaves que me dejó su madre y comprobar qué demonios ocurre….- Escuché
cómo los pasos de María se alejaban y su voz cada vez era más lejana; noté
mucho más vacío en mi interior. Chillaba mucho, pero aquella mano se aseguraba
bien de ahogar mis gritos. Guardaba la esperanza de que María volviese con las
llaves que mi madre le dejó por si ocurría algo en casa y por casualidad, yo no contestaba o no estaba. Me tranquilicé
un poco. Automáticamente, aquél loco me arrastró hasta el salón y para
asegurarse de que no escaparía, como había intentado antes, cerró la puerta y
la atrancó. No podía abrirla y tampoco podía escapar por la ventana ya que
tenía barrotes.
Escuché la cerradura dar vueltas y la puerta se abrió, María
comenzó a llamarme y en cuanto pude gritarle que se alejara corriendo, aquél
hombre le apuñaló a sangre fría seis veces. Lo contemplé todo por el cristal.
Corrí a la chimenea y cogí una barra de acero que terminaba en punta, la
utilizábamos para remover los troncos en el fuego; cuando aquél loco entró en
el salón, le abrí la cabeza en dos con toda la fuerza que pude sacar. Los ojos se
le desencajaron mientras un reguero de sangre caía por la frente manchando todo
el suelo. Dejó caer el cuchillo que rápidamente atrapé, se movía despacio hacia
mí. Daba pasos pequeños, me armé de valor y le clavé el cuchillo en el abdomen.
Se desplomó encima de mí. Me llené entera de sangre. El pelo, la cara, el
chaleco y los vaqueros. Cuando salí al recibidor, María tenía los ojos
abiertos, aún podía contemplar en su iris el miedo y la sorpresa, estaba con la
boca desencajada y ya no tenía puesto los
rulos; las bonitas ondas que se le habían formado yacían empapadas de sangre.
Me resultó terrible todo lo que había vivido. Salí de casa lo más rápido que
pude, arrastrando la pierna mientras la lluvia me iba limpiando un poco la
sangre.
Y ahora estoy aquí, sentada en esta silla
rodeada de policías que no dan crédito de lo acontecido. Han llamado a una
ambulancia para llevarme al hospital y también han pedido atención psicológica.
Me he reído, creo que ni un psicólogo me va a poder ayudar a olvidar lo que
había presenciado. Ver charcos de sangre y las expresiones de María y de Milú,
se habían convertido en algo traumático. Lloré por mi perro, nunca más podría
jugar con él y también por María. En cuestión de dos horas, mi vida había sido
destrozada, casi reducida a cenizas.
Bien resuelto, me ha gustado mucho esa situación final de "otra ella", marcada por ese grotesco acontecimiento.
ResponderEliminar¡GUAU! Lucía, me ha encantado el final jajaja :D El relato entero ha estado muy bien, muy intenso, ¡te felicito! Nada más que vi que me habías mandado el link con la segunda parte no me lo he pensado dos veces y he ido apresuradamente a leerlo^^. Me ha gustado mucho, en serio.
ResponderEliminarSigue escribiendo así de bien, ¡un beso guapísima!;)
Gracias a los dos :)
ResponderEliminar¡¡Isa!! Me alegra muchísimo que te haya gustado tanto, ha merecido la pena escribir la segunda parte sólo por tu carita de pena para que colgara pronto el desenlace y el atosigamiento de MC jajaja Así da gusto escribir, de verdad. Muchas gracias, guapa. Sigue siendo tú, tan buena compi y amiga :P
Por fin he podido leer el final tan esperado. Me ha encantado el desenlace,sobre todo la valentía de la protagonista que sin pensarselo dos veces termina con la vida de ese "monstruo". Tienes que seguir escribiendo "relatos de miedo" porque estoy deseando leer otro escrito por ti. Tengo mucha suerte de tener una amiga con tantísimo arte como tú xD. Muchos besos guapísima.
ResponderEliminarGracias,MC ¡Ah! Y la suerte, por descontado, es mía ;)
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