martes, 25 de septiembre de 2012

Cuerpo dolorido I



Estaba desayunando una tostada con mantequilla mientras leía el último libro de la Trilogía de Martín Ojo de Plata; era un día nublado, el cielo estaba grisáceo y el olor a tierra mojada que entraba por la ventana me tranquilizaba. Nada más terminé de devorar aquella suculenta tostada y cien páginas del libro, pensé que sería una muy buena idea darme un baño de agua caliente. Más tarde recogería un poco la casa para que estuviese decente ante cualquier inesperada visita. Tras haber pensado esto último, me pregunté quién iba a tener la amabilidad de visitarme un sábado de otoño cerrado en lluvia, así que decidí posponer la limpieza hasta el domingo por la tarde ya que mis padres no llegarían hasta el lunes. Estaba sola en casa y me encantaba. Mi madre se había marchado intranquila, pero yo le repetí hasta la saciedad que disfrutara del fin de semana con mi padre, ¡yo sería la mejor guardiana de nuestra pequeña guarida y si alguien osaba importunarme, blandiría mi espada y le daría muerte al villano! Mi madre se marchó riéndose y diciéndome que aún teniendo casi veinte años, millones de pajaritos habitaban en mi cabeza. Era cierto y no lo pude rebatir, en el fondo había elegido estudiar Magisterio porque encerraba en un cuerpo adulto, la imaginación de una niña. 
Los cristales estaban empañados y fuera hacía mucho frío. Encendí la chimenea con algunos troncos y mucha paciencia; al final terminé llenándome toda la cara de hollín. Mi perro acudió a resguardarse del frío y se colocó delante, casi roncaba del gusto. La tarde fue discurriendo sin acontecimientos importantes, había decidido no ir a la fiesta de cumpleaños de mi amiga ya que el plan no llamaba mi atención y temía pillarme un constipado. A las ocho y cinco minutos de la tarde pensé que el mejor plan para la noche sería comprar Rámen en la tienda china que hay cerca de mi casa. Es una alegría que haya una tienda china abierta dieciocho horas al día cada dos pasos.
De vuelta con mi paquetito de Rámen, me di cuenta que la barriada estaba muy oscura, tan sólo divisaba la silueta de los coches gracias a la poca luz que me ofrecía la luna. Mi vecina de al lado, que siempre está tras la puerta, salió a comentarme que se había ido la luz en toda la manzana y me acompañó a casa para que encendiera una vela, ella me ayudaría. ¡Já! Cómo si yo fuese retrasada y no pudiera hacerlo solita; insistió tanto que accedí. María, que así se llamaba la vecina, era el ejemplo prototípico de lo que conocemos como una señora metomentodo o marujona perdía como digo yo. Llevaba una falda marrón de pana y un jersey de cuello vuelto beige. En la cabeza tenía unos rulos envueltos en una redecilla, era toda una obra de arte digna de contemplación.  Una vez pude echar a María, llamé a Milú, mi perro, pero no apareció por ningún lado. Imaginé que al quedarse solo y a oscuras, se habría asustado y estaría escondido en el último rincón de la casa que estaba en penumbra y daba un pelín de miedo alumbrada sólo por la única luz de una mecha encendida. Al no haber luz, no había electricidad así que me había quedado sin Rámen, qué penita más grande me entró. Justo en ese momento, llamaron a la puerta con dos golpes secos. Abrí muy decidida creyendo que sería de nuevo María,  vendría a preguntarme alguna cosa o a hacerme compañía, pero me equivocaba. Ante mí, había una corpulenta silueta con un chubasquero negro y botas de agua.

-Buenas noches, señorita; debido al actual corte de luz producido en todo el recinto a causa de un cortocircuito, estamos haciendo una revisión en todas las casas para comprobar la tensión ¿Le importaría si entro a comprobar su contador?- me dijo con voz aterciopelada y tranquila.

-Es que, verá usted, estoy sola en cas…- ¡Error! Había dicho que estaba sola.

-Pues por eso mismo, déjeme pasar y comprobar lo que le he dicho, así si vuelve la luz no habrá opción de que se produzca alguna avería.- terminó de decir cada una de sus palabras con una tranquilidad que daba miedo. Intentaba verle la cara pero era imposible debido a la oscuridad.

-No,no gracias. Si eso ocurriese llamaría a la compañía y entonces usted volvería. Que tenga buenas noch…- dije mientras cerraba la puerta pero no pude terminar cuando aquél hombre interpuso su pierna entre el marco y la puerta. Forcejeé con el hombre para cerrarla, y la verdad, no sé de dónde conseguí aunar fuerzas, pero terminé por atrancarla de un empujón; imagino que los nervios y el miedo se unieron para ayudarme. Miré por la mirilla y la silueta seguía fuera, parada, quieta, expectante. En ese momento, un rayo iluminó la entradita y pude contemplar su cara ¡Oh, Dios mío! Era la cara de un hombre retorcido y cruel, de un hombre que no ama a las personas. Era la cara de un loco. Tenía los ojos muy abiertos y la boca un poco torcida. Su voz ahora era la de un psicópata.

-Boniiiiiiita, ábreme que sólo quiero ayudarte. Si no lo haces por las buenas, tendré que ayudarte por las malas. ¿Estás ahí, linda? Seguro que sí, puedo sentir tu respiración y el latir de tu corazón. Es inquietante-suspiró- me encanta provocar ese estado a una persona antes de matarla.

¿Había dicho “matarla”? ¿Es que iba a morir? Aparté por un instante la vista de la mirilla, cerré los ojos y me tranquilicé; cuando volví a mirar, el hombre había desaparecido; fue un susto de lo más cruel y atroz, esperaba que sólo fuese una apuesta, una broma pesada o un sueño. Me pellizqué varia veces pero nada, entonces lloré y me acordé de mis padres, todo sería diferente si ellos estuvieran aquí, y de mis amigos que estarían celebrando todos juntos el cumpleaños de nuestra amiga. Me  resbalé por la puerta hasta tocar el frío suelo y en ese momento escuché un ruido en la segunda planta, quise creer que era el viento o Milú jugando. Me armé de valor, cogí un cuchillo de la cocina y una linterna, después comencé a subir despacio las escaleras. Entré en el cuarto de baño y todo estaba como lo dejé, entré en el cuarto de mis padres y todo estaba tal cual, respiré aliviada. Por último, me adentré en mi habitación que estaba oscura y el viento me daba en la cara; no recordaba haber dejado la ventana abierta. Apreté el cuchillo y enfoqué la pared blanca del cabecero que había adoptado pequeñas hileras de un color burdeo. La sangre chorreaba hasta el suelo y encima de mi cama estaba Milú degollado. Aún respiraba. Se me cayó la linterna de la mano y mis ojos se inundaron de lágrimas. Pensaba que tenía que huir, pero el miedo y el impacto me dejaron anclada en el suelo. Una mano apretó el vientre mientras otra  me forzaba a tirar el cuchillo, después tapó mi boca. Sentí la respiración de aquél loco en mi cuello.

-Shhhh… Ya te dije que si no me dejabas entrar por las buenas, tendría que hacerlo por las malas, no me has dejado otra opción.- me aterraba la forma en que pronunciaba las palabras, con calma y sin titubeo, yo en cambio balbuceaba y lloraba como un niña. En ese momento todo me daba lo mismo; pensé que me degollaría como había hecho con mi perro. No me daba miedo morir pero me horrorizaba sufrir para morir. Esperaba al menos que aquel lunático acabara pronto conmigo, sin contemplaciones como había hecho con mi fiel amigo.
Poco a poco fue quitándome la mano de la boca mientras me advertía que no gritase. Entre hipidos y lágrimas, le hice caso. Me limpió las lágrimas pasando su sucia y asquerosa lengua por ellas. Toda la rabia se me acumuló en el estómago y en un descuido, cogí el cuchillo del suelo y se lo clavé en el brazo izquierdo. Salí de la habitación corriendo mientras aquél hombre me maldecía y la ira se apoderaba de él. Bajé corriendo las escaleras mirando hacia atrás constantemente para ver si me seguía. Tropecé y caí rodando, escuché el crujido de mi pierna izquierda.  Intenté levantarme pero las fuerzas habían mermado, era imposible correr. Había sólo diez pasos hasta la puerta de la calle, con suerte y mucha rapidez podría salir a la entrada y gritar para que los vecinos se enteraran. Justo cuando comenzaba a arrastrarme, un puñetazo fue a parar a mi pómulo derecho y noté un regusto a hierro en mi boca. Un hilillo de sangre caía por la comisura de mis labios y manchaba la alfombra gris.  
Me incorporé como pude y justo delante mía estaba aquél loco que me había roto el labio superior. Comenzó a reírse mientras me cogía de los pelos y me levantaba del suelo bruscamente. Mi cuerpo temblaba, dos segundos después me dejó caer de nuevo produciéndome un terrible dolor en mi pierna rota. Chillé como nunca antes había chillado. Miedo, dolor, angustia, nervios, quemazón y soledad. Todo aquello lo sentí en mi estómago. No entendía qué quería de mí, si hubiera intentado violarme ya lo habría hecho, de la misma forma, si hubiera querido matarme también lo habría hecho. ¿Le gustaba ver sufrir a las personas? ¿A caso era uno de esos psicópatas que salen en las series americanas y disfrutan provocando dolor a personas indefensas? Sollozaba en el suelo, esperando recibir otro golpe o alguna patada. Me cogió ambas piernas y me arrastró por todo el salón mientras yo forcejeaba y gritaba para intentar liberarme de aquellas manos que me presionaban los tobillos y me provocaba un fuerte dolor en mi fractura, hubiera aullado de dolor pero comprendí que quizá eso le gustaría, así que ahogué mi grito. Lo perdí de vista un momento que aproveché para pedir auxilio, quizá con suerte, alguien  pasara cerca de casa y me ayudaría. No veía nada, tan sólo la vela que seguía encendida encima de la mesa. Giré mi cabeza y contemplé que aquel loco despiadado estaba sentado en el sillón jugueteando con el cuchillo. Se incorporó y cogió la vela para calentar la hoja lenta y maliciosamente. No sabía qué pretendía pero sentí muchísimo miedo, hubiera deseado haber muerto antes de saber todo lo que me esperaba.

(...)


¿Continuará? 

5 comentarios:

  1. ¡Que continúe! ¡Por la memoria de Milú!

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  2. Por dios ¡¡¡cómo nos puedes dejar con la intriga!!!!. Por favor que continúe. Me ha encantado, has conseguido que mientras leía el relato pareciera que lo estaba viendo en primera persona. Estoy deseando que cuelgues la continuación porque necesito saber como terminará esta historia.
    Lucía muy bueno el personaje de María y la descripción del loco xD me lo he imaginado de tal manera que me han dado hasta escalofríos xDD. Esperando ansiosa la continuación :)

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  3. Gracias a los dos :)
    Tendré que hacer la continuación sí o sí, creo que voy a empezar a escribir ahora mismo; de hecho el tiempo acompaña (lluvia, frío y tormenta) Jajajajaja ^^

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  4. Niña, qué angustia me has dejao metía en el cuerpo xD
    Queremos saber cómo sigue, así que dale caña ;)

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    1. Ya colgaré la II parte. La verdad es que es más cortita porque no pensaba hacerla; quería haber dejado este relato así pero viendo que ya sois cuatro personas las que me habéis pedido que lo continúe, lo haré ^^

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