domingo, 22 de abril de 2012

La muerte no es el fin, sólo es el comienzo (Siddhartha)


Ayer, como de costumbre, leía tranquilamente en mi cuarto mientras los niños jugaban en la calle y los pajarillos cantaban. Me ensimismé tanto en la lectura que cuando quise darme cuenta me había devorado el libro que me empecé a leer anteayer. Decidí en ese mismo momento que, como era aún temprano, podría darme un pequeño paseo para despejar la mente.
Me puse unos vaqueros, una camiseta un poco descolorida tras el paso de los años y mis zapatos de meditación. Empecé a deambular por las calles hasta llegar a un parquecito que hay cerca de mi casa. El aire me despeinaba el cabello, los rayos del sol que iban escondiéndose, calentaban mi rostro. ¡Qué buena sensación, me sentí bien conmigo misma por un momento!
Proseguí con mi camino, disfrutando del paisaje y de las personas. Contemplé a dos hombres haciendo deporte, a una pareja que se besaba apasionadamente bajo la sombra de un árbol creyendo que así sería más difícil descubrirlos y a un hombre leyendo en un banco absorto de la realidad. Sentí curiosidad por saber qué leía y cuando me acerqué no podía salir de mi asombro, era él, el autor del libro que me acababa de leer. ¿Cómo es posible que la gente no le interrumpiera y le hiciera una foto? Es lo más normal, digo yo.
Tuvo que ver en mi cara extraños sentimientos, me imagino que inseguridad y admiración. Le estreché la mano y le dediqué una sonrisa; acto después me invitó a que me sentara a su lado. Acepté gustosa.
-Herman Hesse, un placer conocerlo. Aún ni me lo puedo creer- Le dije asombrada-.
-Lo sé, amiga, eres la única persona que se ha percatado de mi presencia en este solitario banco.- Se quitó los anteojos y los guardó en el bolsillo de su camisa-.
-¿ Qué hace usted por aquí, caballero?- Pregunté-.
-Por favor, tutéeme. Me siento más mayor de lo que soy- Dijo él riéndose-.
- Está bien, como quieras., Herman. Por cierto, mi enhorabuena por su novela Siddhartha, acabo de devorarla. Me ha encantado. Sublime. Inmejorable. Estupenda y profunda- No sabía qué más decirle, no me salían las palabras de la dicha-.
-Gracias, amiga. Me alegro que te haya gustado, es difícil que hoy día haya personas que me lean. Estoy desconcertado con la nueva generación de Crepúsculo- Dijo entornando una sonrisa-.
-Te entiendo, Herman; pues como le decía ha sido un viaje increíble en  la búsqueda de mi YO a través de Siddhartha quien se muestra en esta novela como un aprendiz de la vida en su camino por la realización espiritual y conocer a personas que le ayudan a cuestionar los paradigmas planteados por su entorno. Ha significado tanto para mí que no sé cómo darle las gracias.
-Querida niña, no me des las gracias. Ese libro lo escribí para todas aquéllas personas que se cuestionan y que no se encuentran. Hay que saber  escuchar  y meditar. A veces las personas buscan algo, sin saber el qué o si es necesario buscarlo, pero lo mejor es que con todo esto nos embarcamos en viajes maravillosos de los que, sin duda alguna,  aprendemos. Es lo bonito de buscar  continuamente.
-¡Qué razón tienes, Herman! Me encantaría quedarme más tiempo charlando con usted pero me temo que la noche está cayendo y tengo que regresar a casa, de lo contrario mi madre se preocupará- Le dije apenada-.
-Descuida, muchacha. Me alegro tanto que te hayas sentido tan completa leyendo mi libro que espero que la próxima vez que nos veamos podamos compartir otro relato. Sin más, márchate. Se hace tarde- me dijo colocándome el cabello tras mi oreja-.
-Gracias por todo, de verdad, ha sido una experiencia inolvidable. Nunca olvidaré su frase de  “Lo contrario de cada verdad es tan verdadero como la verdad misma"- me despedí de él dándole un beso en la mejilla-.
Salí corriendo a casa porque el tiempo había volado y aún tenía muchos quehaceres. Espero volver a reencontrarme contigo, Herman, y poder hablar con tanta tranquilidad como lo hemos hecho hoy.

4 comentarios:

  1. Un hermoso relato que plantea de modo original tu relación con un libro que llega a nosotros con el sabor de lo sorprendente. Leí Sidharta hace muchos años. Más recientemente leí Demian. Recuerdo que hubo una generación la de los años setenta y ochenta del siglo pasado que quedó marcada por Hermann Hesse. Era omnipresente. Yo lo leí fuera de aquella fiebre lectora juvenil. Y tienes razón, Lucía, que ahora el referente sea Crepúsculo o Los juegos del hambre dice mucho del tiempo y de los gustos de la juventud. Sé que no debo juzgar, pero considero que era una lectura mucho más enriquecedora, y me alegra enormemente que lo tengas en tu cabecera. En alguna manera, mi vida ha estado marcada por Sidharta, no porque yo lo haya imitado de ningún modo sino porque huí de verdades y me he sumergido en otros senderos más inciertos pero igualmente luminosos. Sidharta renunció a seguir a Gautama Buda. Era lo mejor que podía hacer. Cada uno ha de encontrar su propio camino, aunque entiendo que Buda es un punto de referencia esencial en mi vida. Pero mi camino es mi camino. Y el tuyo es el tuyo. Me ha gustado tu post. Te enlazo en mi blog. Un fuerte abrazo, compañera.

    ResponderEliminar
  2. Cielo, me tienes que prestar ese libro. Después de semejante historia, me muero por leerlo. Y últimamente no me vendría mal un paseíto interior.

    ResponderEliminar
  3. Joselu, me alegra que te haya gustado el post. La verdad es que el libro me ha marcado,no lo voy a negar. Estoy deseando leer Demian, de hecho, fue José Antonio Cabrera quien me lo recomendó. Un abrazo, Joselu, leerte siempre reconforta.

    Grecia, no sufras, ya te lo dejaré y te va a encantar,amiga mía. Por cierto, ¿Tú te llevaste un libro de Miguel Hernández mío,no? Lo he estado buscando y no lo encuentro. No me acuerdo si te lo dejé a ti o a otra persona.

    ResponderEliminar
  4. Lo tengo yo, y disfrutándolo estoy :P

    ResponderEliminar