sábado, 14 de junio de 2014

El futuro está a la vuelta de la esquina

Hace sólo una semana estaba sentada en un gran salón escuchando discursos y sollozos de quienes han sido mis compañeros durante cuatro años. Hace una semana me colocaron una toga y me entregaron un merecido diploma que hablaba de constancia, de confrontaciones, de alegrías y también de resignaciones.

Entre todos los mensajes de felicitaciones que se iban diciendo casi sin pensar, quedé absorta en un universo paralelo pensando sobre la vida, en general y en particular. Escuchando en un segundo plano todas los elogios que se iban diciendo, nunca está de más que nos digan cosas bonitas, eso es cierto, pero no pude evitar aislarme. Fueron unos pensamientos turbulentos, recordaba las cansadas mañanas mirando fijamente la cafetera mientras el peculiar borboteo del café me alejaba del paso del tiempo y de los problemas.

Comprendí en ese instante que tenemos que ser la mejor versión de nosotros mismos. No me refiero en absoluto a competir con los demás para ver quién es el mejor, sino una competición introspectiva para ver cómo puedes ser el mejor de ti mismo; para ello, lo más acertado es disfrutar haciendo lo que realmente te gusta porque las cosas hechas con amor y convicción siempre son las mejores.

Tuve claro en ese instante que la educación y los valores que nos definen los tenemos que llevar enarbolados durante el serpenteado camino al que llamamos vida. Serán nuestros pilares, algo que nada ni nadie nos podrá arrebatar. En ese recorrido tenemos que estar abiertos a conocer mundo con el corazón alejado de la razón porque a veces éstos se repelen. Quiero decir, sentir más y pensar menos; debe ser un gustazo acostarse tras haber tirado por la ventana las negras bolsas de basura que nos comen espacio y nos hacen tener una maraña negra de problemas ocupando nuestras cabezas. Es hora de coger un extremo de la maraña, desenredarla y tirarla a donde queramos.

También pensé que es algo insensato no pedir ayuda o decir “perdóname” de vez en cuando, siempre es un buen paso para aprender y escuchar a los que nos rodean. Lo mejor, sin duda, es rodearte de buenas personas, de esas que te quieren y te desean de corazón lo mejor.
Quizás, es más importante hacer que esperar. Emprender con paso decisivo algo que realmente quieras, estoy segura de que nuestro yo del futuro nos lo agradecerá eternamente. Así mismo, es interesante dar las gracias y compartir las cosas buenas que nos rodean. Y cuando me refiero a compartir no es sinónimo de dar lo que nos sobra. Para mí la palabra compartir es dar una parte o el todo de algo que es tuyo y que por tanto tiene valor, puede ser también dar algo de ti, pero bajo ningún pretexto es dar lo que no necesitas o lo que te estorba.

Elige bien con quien y de qué forma quieres compartir el resto de tu vida, no es una decisión que tenga que ser tomada a la ligera. Tómate tu tiempo, si hace falta puedes consultar tu inquietud con los amigos que te rodean, seguro que ellos siempre tendrán las palabras acertadas y los mejores consejos.

Y por último, dale las gracias a tus padres porque ellos siempre te han dado lo que has querido y ha estado dentro de sus posibilidades. Ellos te educaron para ser la personita en que te has convertido hoy, es cierto que quizás no vayas a crecer más centímetros en estatura pero sí puede crecer el corazón, por eso disfrutar de la vida es la mejor opción.


Fin del viaje ¡Hasta pronto!

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