lunes, 26 de enero de 2015

Ocho minutos

Ocho, sólo ocho minutos me separan de un nuevo día, una nueva semana que empieza tediosa y plomiza como los grises días de la maldita cuesta de enero.

Últimamente me invade la pereza, pospongo el despertador unas cuantas veces, me retuerzo entre las sábanas que se tornan heladas y me lamento.

HASTÍO, ese es el nombre que llevaba buscando desde hace unas semanas y no conseguía encontrar, pero no es difícil de entender, si no me encuentro yo, cómo voy a encontrar algo más allá de la negra y asfixiante biblioteca donde los libros lloran y gritan de pena, donde la gente acumula ojeras y tristezas, donde yo me siento cada mañana sin un norte establecido, mirando a cada punto de la desubicada brújula de mi futuro.

Me gustaría matar con una palmada sorda y ligera el viento que sopla en mi oreja y desespera, vaciar mi mustio y sombrío corazón, arrancar las locuras internas que inhabilitan, muerden, gritan, matan y reviven la pena, encontrar mi dulzura interna y sonreír sin que se caigan los dientes desvencijados por el peso del tiempo y del sufrimiento.

Te odio más que nunca y con todas mis fuerzas, enero.


1 comentario:

  1. Tenía muchas ganas de que volvieras, pero hija...de qué manera :P Mucho ánimo, petarda. Al final, todo va a salir, todo va a merecer la pena. Y si algún diíta decides no entrar en la biblioteca, pasar de largo y seguir paseando...digo yo que tampoco pasa nada. Muchos muakis ^^

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